Blogia

Monarquía Europea

LA CONVERSION DE LA DUQUESA DE KENT

por Amadeo-Martín Rey y Cabieses

Hace pocas semanas (referido a 1992) podíamos leer cómo siete obispos y cientos de sacerdotes y diáconos anglicanos habían optado por reconocer que el Papa es el Pastor Supremo de la Iglesia Universal. La mayoría han acatado, además, el credo católico. Esta deserción masiva, y tan significativa por quienes la realizan - no olvidemos que entre ellos está nada menos que el obispo de Londres Graham Leonard -, tiene causas profundas y antiguas. La reciente puerta abierta a la ordenación de mujeres, gracias a la Priests Measure, que convierte a la Anglicana en una Iglesia reformada más, o las corrientes a favor de una renuncia del Príncipe de Gales a ser futura cabeza - "Gobernador" - de la Iglesia de Inglaterra, han actuado sólo de catalizadores. Del mismo modo que, sin duda, ha obrado asimismo una decisión personal, íntima y meditada que ha tenido por protagonista a un miembro de la Familia Real británica: la Duquesa de Kent, que ha profesado la fe católica - ante el cardenal primado Basil Hume, en la capilla privada de la Archbishop's House, cerca de la catedral de Westminster.

Desde la promulgación del Acta de Supremacía, la ruptura de Inglaterra con Roma por parte de Enrique VIII, paradójicamente Defensor de la Fe (Católica), no ha constituido siempre una insalvable solución de continuidad. Durante el pasado siglo, el movimiento de Oxford y las conversiones de los cardenales Newman y Manning fueron momentos señeros de la crisis anglicana. Dentro de la Monarquía, la reina María Tudor - casada con nuestro Felipe II -, la Reina Enriqueta María - esposa de Carlos I - Carlos II o Jacobo II son ejemplos de reyes católicos de la Gran Bretaña. En la misma Casa protestante de Hannover, Jorge IV, siendo Príncipe de Gales, casó en 1785 con Mrs. Mary Fitzherbert, una viuda católica.

Carecería de exactitud decir, como se ha repetido estos días incesantemente, que la Duquesa de Kent es el primer caso de conversión a la Religión Católica, en nuestro siglo, de un miembro de la Familia Real. La Reina Doña Victoria Eugenia abjuró del anglicanismo el 7 de marzo de 1906, en la capilla privada del palacio de Miramar de San Sebastián - poco antes de casarse con Alfonso XIII -, aunque fuera por exigencias de nuestras leyes. Las bodas reales por doble rito, aún no se acostumbraban a celebrar. Todo ello sin contar con los matrimonios de príncipes ingleses con católicas, que han obligado a aquellos a renunciar a los derechos de la Corona, en virtud del Act of Settlement de 1701. Es el caso del propio hijo de la Duquesa, el Conde de Saint-Andrews - casado en 1988 con la católica canadiense Sylvana Tomaselli -, o de su cuñada, la princesa Miguel de Kent, nacida católica en Bohemia, hija única del Barón Günter von Reibnitz y de la Condesa Marianne Szápáry. Si esta ley no estuviera en vigor en la Gran Bretaña, la Corona hubiera recaído - en nuestreo siglo, - sobre los Wittelsbach, en la persona del actual Duque Alberto, Jefe de la Casa Real de Baviera. Y eso, después de haberse transmitido a través de los Orleans, Saboya y Austria-Este.



Otra de las consecuencias de la decisión de la Duquesa de Kent podría ser, sin duda, la revisión - una vez más, puesto que ya ha sido modificada desde su promulgación - de la mencionada Acta de 1701. Aunque su decisión no afecte a los derechos sucesorios de sus hijos - nacidos de anglicanos casados según esta Iglesia - este acontecimiento quizás anime a los políticos británicos a valorar la conveniencia de mantener, en un mundo en el que la separación Iglesia-estado y la libertad religiosa son hechos ya asumidos, la exclusión de los católicos de la línea de sucesión al trono. Pasados los tiempos en que un Rey, Enrique IV de Francia, podía exclamar alegremente "París, bien vale una misa", está claro que a la Duquesa de Kent no le han movido intereses humanos en su resolución. Especialmente porque, siendo quien es, no ha debido ser fácil adoptarla. Curiosamente, es novena nieta de Oliver Cromwell, presbiteriano y encarnizado enemigo de los "papistas" y de los Estuardos, uno de los cuales - Carlos I - hizo decapitar.

El palacio de Saint James, donde vive la ya nueva católica Katherine Lucy Mary, y la corte de idéntico nombre ante la que se siguen acreditando los embajadores extranjeros, han dejado de ser los mismos a partir del 14 de enero de 1994, en que con sus dos testigos - el Marqués de Lothian y su hija, lady Cecil Cameron -, recitó el Credo de Nicea. ¿Será el comienzo del cumplimiento de la profecía del santo italiano Domingo Savio (1842-1857) de que toda Inglaterra no tardaría en convertirse? Sólo Dios tiene la respuesta.

(Publicado en Monarquía Europea 1992)

Latinoamérica necesita urgente la Monarquía

por Mario Santiago Carosini
Movimiento Monárquico Argentino


Nuestra querida región iberoamericana es hoy, como hace mucho tiempo ya, un gran enfermo institucional.

Ahora bien, ¿está en franca mejoría o la salud de sus instituciones se deteriora rápidamente?

La Medicina Republicana dice ¡no hay problema! Y trata de disimular la historia clínica del enfermo (que habla por sí misma).

Al mirar su evolución, observamos que su situación se deteriora aceleradamente presa de un gran cáncer, que origina, a su vez, otras profundas complicaciones no menos importantes. Decidida y claramente, la concentración del poder se va adueñando de todos y cada uno de los órganos institucionales. Luego de muchos años de práctica, los latinoamericanos hemos perfeccionado la más terrible y virulenta enfermedad de laboratorio, "el absolutismo republicano". Los "autogolpes" confirman esta tendencia.

Mientras el absolutismo es un eslabón antiguo de la evolución de la Monarquía hacia su altísima concepción democrática actual, en Latinoamérica constituye, para la República, el norte hacia el cual tienden irremediablemente sus esfuerzos. Una realidad por cierto repudiable en virtud de los sufrimientos y vejaciones que debemos soportar quienes tenemos la desgracia de vivir bajo las zarpas de este Monstruo Institucional, que toda dignidad pisotea y envenena nuestras naciones con la intolerancia que genera.

Haciendo un esfuerzo de simplificación tenemos:

REPUBLICA
=
PODER EJECUTIVO
+
PODER LEGISLATIVO
+
PODER JUDICIAL


Si a los tres poderes de la república les sumamos el Poder Real, tenemos:

REPUBLICA
+
PODER REAL (CORONA)
=
MONARQUIA



Con estos esquemas estamos en condiciones de entender por qué los tres poderes que funcionan en la república (también contenidos por la Monarquía) se transforman, como en el cáncer, de células benignas en malignas, dañando la salud institucional de la nación.

Las instituciones latinoamericanas son un claro ejemplo de desequilibrio funcional, reflejado en el continuo adelgazamiento de las atribuciones de los poderes legislativo y judicial en beneficio del poder ejecutivo. La concentración del poder forma parte de la dinámica institucional republicana. Ello se debe a que en estas instituciones no se encuentran representados los intereses de largo plazo (es decir, la natural inclinación de supervivencia de la nación a través del tiempo) sino los de corto (o cortísimo) plazo, generalmente ligados a las mezquinas conveniencias demagógicas del representante de los intereses de la nación y del pueblo por ella representada. Esto es así porque en el Rey está representado el Poder Moderador, el Poder de Reserva y el fundamental Poder Afectivo, generalmente desdeñado por la plutocracia republicana.

Dicho de otro modo, en la Monarquía moderna el Jefe del Estado (Rey) representa los intereses a largo plazo (es decir, a la nación misma) y el Jefe del Gobierno (Primer Ministro) a los legítimos intereses a corto y medio plazo (Teoría de las Dos Soberanías). Resulta imposible que ambos intereses puedan ser eficientemente reunidos en una sola persona (presidente).

En este caso, la historia nos enseña que el largo plazo es sacrificado en aras del corto plazo, lo urgente aniquila lo importante y la demagogia termina oprimiendo a los ciudadanos en medio de la inseguridad jurídica y la dictadura, legalmente entronizadas. Así la inflación, inversamente proporcional a la ética del gobierno, se adueña de nuestros ahorros y destruye nuestras ilusiones. La operación tenaza es completada por el endeudamiento irresponsable para engordar estómagos gubernamentales. La Constitución del Reino de Argentina, en elaboración, incluye soluciones novedosas para esto.

En la República latinoamericana el presidente posee la suma del poder público (Jefatura del Estado + Jefatura del Gobierno), pretendiéndose el absurdo institucional de que sea parte (jefe de partido político, en el gobierno) y árbitro (ejercer el Poder Moderador), todo al mismo tiempo.

Así vistas las cosas, es fácil entender por qué Latinoamérica es el paraíso de los golpes de Estado, los dictadores y la corrupción. Nuestro desequilibrio institucional llamado República nos lleva a esto, recurrentemente.

La solución es obvia: Monarquía cuanto antes, para hacer realidad la genuina división de poderes y evitar el pisoteo de nuestros derechos. Sin Monarquía no tenemos identidad, ni justicia independiente, ni fuerzas armadas despolitizadas. Sin Monarquía nuestras naciones seguirán teniendo el apellido de "bananeras".

(Publicado en Monarquía Europea - 1992)

Brasil '93: REGRESO AL FUTURO

[archivo - 1991]
Nota: Evidentemente no se optó por el futuro. El referéndum fue saboteado por las fuerzas republicanas al adelantarlo seis meses y celebrarlo en pleno verano, con ello se infrigió un precepto constitucional.

Queda apenas año y medio para que el pueblo brasileño pueda, por fin, decidir libremente si desea restaurar la Monarquía o seguir con la república, instaurada en 1889 mediante un golpe militar propugnado por los terratenientes contrarios a la abolición de la esclavitud y apoyados por los EE.UU. de América, entonces en pleno apogeo hegemonista. Con la abolición de la Monarquía terminó un período de progreso marcado por los avances en el desarrollo tecnológico y democrático del país gracias al feliz reinado del Emperador Don Pedro II, amado por su pueblo, un monarca excepcional que supo elevar el prestigio de su país en el mundo. La república, conociendo el sentir general del pueblo, nunca cumplió la promesa de celebrar un referéndum sobre la forma de estado: sabía que tenía que perder. Y la Monarquía tampoco interesaba a EE.UU., que preferían mantener en el poder a un régimen dictatorial servil que a un Emperador democrático y popular.

Hasta el golpe militar del 15 de noviembre de 1889, Brasil venía atravesando 67 años de estabilidad, superando graves obstáculos. Era un fuerte contraste con todas las repúblicas hispanoamericanas, donde regímenes republicanos "democráticos"
ensayaban una sucesión interminable de caudillos y revoluciones, un cuadro hasta hoy vigente y ampliada con la entrada de Brasil en esta malograda forma de gobierno.

Es sintomático que, al saber de la partida de Don Pedro II, el dictador venezolano Guzmán Blanco había afirmado: Cayó la única república de América Latina".

En un entorno totalmente diferente, Brasil superó gallardamente el período marcado por la minoría de edad de Don Pedro II. Subido al trono con menos de 16 años de edad, el segundo monarca del Brasil comenzó a ejercer el poder moderador cuando era poco más que un adolescente; pero la solidez del régimen monárquico parlamentario permitió que el inicio de su reinado transcurriese sin mayores problemas. Vale recordar que durante el Segundo Reinado, con la Guerra del Paraguay, Brasil atravesaría más tarde uno de los períodos más difíciles de su historia.

Durante el reinado de Don Pedro II, Brasil era una nación próspera y progresista, que contaba con una moneda fuerte y la segunda fuerza naval más importante del mundo. Su estabilidad político-institucional era respetada por todas las naciones de América, desde los EE.UU. hasta Argentina. Disfrutaba el país de una auténtica democracia, donde, entre otras cosas, reinaba completa libertad de expresión y de imprenta. Es hasta una ironía constatar que fue justamente en este clima ampliamente apoyado por el propio Emperador, que eran ampliamente diseminadas las ideas republicanas que desembocarían en el golpe militar del 15 de noviembre de 1889.

En este país-continente, la Monarquía constitucional y parlamentaria consiguió el milagro de formar una única nación, coherente, con una absoluta identidad de rasgos culturales. El segundo Emperador inspiraba el cariño y la admiración de todos: cuando sugerían al presidente estadounidense Abraham Lincoln que escogiese entre el Rey de Italia o el Presidente de Suiza para mediar en le Guerra Civil Americana, Lincoln declaró que, si fuese el caso, preferiría llamar al Señor Don Pedro II de Brasil.

El golpe militar del 15 de noviembre de 1889 impuso al país una nueva forma de gobierno sin cualquier consulta a la nación.

En noviembre de 1889, el Mariscal Deodoro da Fonseca, en su Decreto nº 1, declaró provisionalmente instituida la república, hasta la celebración de un plebiscito por el cual el propio pueblo determinaría si aceptaba la nueva forma de gobierno o si prefería mantener la Monarquía constitucional que venía rigiendo los destinos del país desde la Independencia.

Vale, quizás, recordar aquí que la noticia de la "Proclamación de la República" fue cuidadosamente camuflada para así evitar reacciones populares. Es significativo que el embarque de Don Pedro II para su exilio fue realizado de madrugada, para que el pueblo no tomara conocimiento: era, en suma, la admisión tácita de que se acababa de practicar una inmoralidad, una agresión a los legítimos derechos y sentimientos del pueblo brasileño.

Gracias al trabajo desarrollado del Diputado Federal Cunha Bueno y de un grupo de otros brasileños que no consideran el patriotismo una virtud extinguida, la nueva Constitución brasileña prevé, en la Disposiciones Transitorias, el plebiscito que tendrá lugar el 7 de septiembre de 1993 a fin de que el pueblo brasileño decida por sí mismo la opción que juzgue es la mejor forma de gobierno para su país: si desea realmente proclamar la república, legitimándola, aunque con 104 años de retraso, o si prefiere escoger la Monarquía constitucional y parlamentaria.

Para alcanzar la victoria en 1993, es imperioso que todos los monárquicos unamos esfuerzos para el fin común: divulgar con profesionalidad y conocimiento de causa lo que representa la Monarquía y lo mucho que Brasil puede esperar de esa moderna y eficiente forma de gobierno.

Movimento Parlamentarista Monárquico

El Heredero del Trono de Brasil

¿Quién es el heredero del trono?

La cuestión de la legitimidad dinástica y del más apto heredero del trono

Aquí, lo monárquicos siempre conocíamos sólo un Príncipe Heredero del Brasil: Don Pedro de Orleans y Braganza. Pero con la victoria monárquica de lograr la convocatoria constitucional de un referéndum institucional, fueron muchos los que de repente se subieron al carro de la Monarquía. Aparecieron asociaciones monárquicas no coordinadas con los artífices parlamentarios alrededor de Cunha Bueno ni en contacto con los que mantuvieron la idea monárquica viva en tiempos de la "cláusula férrea" que prohibía toda actividad en favor de la Monarquía, como el IBEM de Río de Janeiro (Instituto Brasileiro de Estudos Monárquicos) del trágicamente fallecido Wim de Jesús Almeida Oliveira, precursor de Cunha Bueno. También reaparecieron príncipes que no contaban ya con la vuelta de la Monarquía.

Hemos, por tanto, a dos que representan la Casa Imperial del Brasil: Don Pedro Gastón y Don Luis. El primero es el primogénito del sucesor directo de Don Pedro II (línea primogénita), pero se da la circunstancia de que el padre de Pedro Gastón renunciara antes de tener descendencia, en 1908, renuncia que no está claro si fue aceptada por el Jefe de la Casa Imperial.

De este modo, pasó la Jefatura de la Casa Imperial al segundo hijo de la Princesa Isabel, Hija de Pedro II, Don Luis, de éste a Pedro Enrique, padre del actual Don Luis.

Según un exhaustivo estudio realizado por Armando Alexandre dos Santos, genealogista brasileño entendido en asuntos dinásticos, no hay duda de la legitimidad sucesoria de Don Luis.

Pero, a todas luces, tiene más inconvenientes que ventajas. En primer lugar, no está casado, no teniendo descendencia ni perspectivas de tenerla. Si esto no fuera ya bastante grave, cuenta con el apoyo de "Tradición, Familia, Patria", que financian su propio movimiento y habrán sido determinantes para su aparición en la escena pública. Está, por tanto, condicionado ideológicamente, una circunstancia que en el Brasil de hoy podría tener efectos negativos y que no concuerda con los valores que representa la Monarquía moderna.

Don Pedro Gastón, en cambio, siempre se ha caracterizado por su talante democrático y progresista. Y aunque de avanzada edad, cuenta con una numerosa descendencia que no pondría en peligro una sucesión ordenada al trono.

Este cisma legitimista, que no es muy conocido en general y no es tema de discusión pre-plebiscitaria, se trata de evitar con la propuesta realizada por el grupo de Cunha Bueno de que sea el Parlamento quien, ganado el referéndum por la opción monárquica, escoja el sucesor más idóneo. Una solución práctica, pero que resuelve un problema que podría ser muy grave y perjudicial para la restauración si se llegase a discusiones familiares sobre quién debe ser Rey.
(Publicado en Monarquía Europea N° 4 - 1991)

Brasil: El gran Reino del tercer milenio


por R.N. Stelling Jr. (Brasil)


Hace ya mucho tiempo que difundo, entre los círculos que frecuento, mi absoluta preferencia por el sistema monárquico, y frecuentemente, lo que oía y percibía era un cierto descrédito de que mis opiniones pudieran tener alguna viabilidad en nuestro país.

Los años pasaron, y gracias a la iniciativa de nuestro querido Diputado Federal, el sr. Cunha Bueno, asistimos dentro del proceso de desarrollo histórico de nuestro país, al inicio de la reversión de este cuadro, o sea, paulatinamente he podido percibir en diferentes sitios que la Monarquía no parece ya algo "folclórico", nostálgico, en el sentido de pasado y no más viable.

Creo que muchas personas adeptas a esta idea, no tienen realmente espacio para poder exteriorizar todos sus anhelos e pensamientos. Aquí mismo podemos hacer una valoración. ¿Qué república tan segura y tan democrática es ésta que durante prácticamente 100 años prohibió la libre manifestación de opciones políticas salvo aquellas que tuvieran afinidades republicanas? Acordémonos de la Monarquía en Brasil, en especial del Segundo Reinado, donde, por orden del mismo Emperador, ni siquiera los periódicos que lo ironizaban sufrían sanciones. ¡Ah! Grandes tiempos ... Pero no nos limitemos sólo al pasado, pues ahora tenemos un nuevo momento histórico en el cual podremos realmente "arreglar la casa", o mejor dicho, podremos, con la implantación del sistema monárquico, organizar de una vez este nuestro país tan deteriorado por 100 años republicanos de desgobierno, corrupción, desvirtuación de declaraciones, falta de compromiso con la causa pública ...

Por parte del Gobierno actual, se nos cuenta insistentemente que estamos en camino del 1er Mundo. Nos parece hasta anecdótico si pensamos en los tiempos en que Brasil era una Monarquía, cuando nos sentíamos orgullosos del esplendor y del respeto que nuestro país merecía en el exterior: segunda fuerza naval del mundo, gran desarrollo cultural apoyado directamente por nuestro gobernante, nuestro Emperador Don Pedro II, tan ligado con las áreas de la ciencia y de la cultura en su calidad de corresponsal de grandes celebridades intelectuales de la época, partícipe de los progresos de su época.

Sí, estábamos dignamente representados y el Brasil era un palco en el cual las invenciones modernas de la época se colocaban subrayando nuestro desarrollo y nuestro compás con las Grandes Potencias, entre las que nos perfilábamos, disponiendo en corto tiempo de ferrocarril, teléfono, cables submarinos, etc.

Decía que no hablaría más del pasado, pero, a medida que escribo, parece que me pasa por la mente toda la grandeza nacional que me acredita y me honra como ciudadano de este país, y creo con firmeza, como futuro súbdito. Hombres de la talla de un Rui Barbosa eran los que se introducían en todos los niveles de la nación como personalidades destacadas y que hasta las primeras décadas de este siglo fueron producto de la "atmósfera" y de los incentivos que tuvieron en el período Imperial.

Más que nunca ha llegado la hora de que reconduzcan el gobierno del Brasil nuestros legítimos representantes frente a la comunidad internacional de las naciones: la Dinastía de la Casa de Orleans y Braganza.

Necesitamos con la máxima urgencia retomar nuestro crecimiento económico respaldados por una credibilidad internacional y nacional. Por lo tanto, solamente una personalidad que se sitúa por encima de los partidos y de los intereses de grupo, pero que sea el fiel de la balanza de la comunidad nacional, nos podrá garantizar la necesaria estabilidad de la que tanto carecemos.

En 100 años de desgobierno y sucesivos atentados contra todos los patrones de honradez pública, nuestro pueblo, paso a paso, comenzó a no creer en sus líderes (si es que aún tenemos alguno de proyección nacional), pues percibo y se percibe que la situación empeora cada día, que en lo cotidiano las leyes que deberían protegernos no lo hacen, sino solamente a las personas y grupos que hacen prevalecer sus posiciones para obtener ventajas o que disfrutan de diversos tipos de inmunidades .

El restablecimiento de la Monarquía nos garantizará ciertamente este arbitro tan necesario, pues la figura del monarca no debe representar a personas o grupos, sino simboliza el conjunto, a todos los miembros del país con sus valores e identidades propias. Esta es una de las glorias de la Monarquía en la actualidad. Sus soberanos son el ejemplo vivo de los derechos que sus leyes nacionales les garantizan.

Este es un punto fundamental: el dejar siempre claro que el monarca asume un papel histórico en el proceso evolutivo de la sociedad sobre la que impera, pues él es, en realidad, el gran símbolo de la autodeterminación, de la dignidad y de la certeza de la riqueza económica, política y cultural de una nación soberana.

Aquí reitero una vez más, insistiendo y clamando a todos a que luchen por ver a nuestro país en 1993 salir vencedor con la opción monárquica.

Ha llegado la hora de dejar de lado cualquier tipo de dubitación; es hora de desplegar nuestra bandera, clamando a todo nuestro pueblo, de las más diversas clases sociales, de diversos orígenes, grados de formación y profesiones, para marchar juntos en una cruzada cívico-histórica en pro de un Brasil mejor, de un Brasil que garantiza para sus hijos honra, derechos, paz, esfuerzo, educación, salud, vivienda, soberanía y una digna posición frente a los demás pueblos del mundo. Seamos de verdad el tan difundido "FLORON DE AMERICA", seamos, pues, aliado de un solo sentido histórico, él de la Verdad. Si así optamos, sólo una puede ser nuestra voz, y gritaremos al unísono: "¡Retorne la Monarquía, retorne nuestra dinastía de los Orleans y Braganza, retorne Brasil a su antigua posición digna dentro de la comunidad internacional de las naciones, retorne Brasil a contemplar a sus hijos con los ojos bondadosos, no obstante justos, de aquella madre, consejera y amiga que sabe como mejor orientar y auxiliar a sus hijos para que un día puedan ser hombres comprometidos con un mundo en
permanente cambio bajo el signo de la justicia!"

(Publicado en Monarquía Europea N° 4 - 1991)

LA FUNCIÓ REIAL A BÈLGICA


Paul Roux
Ministre Plenipotenciari de Bèlgica (1994)

Bèlgica va ser proclamada independent el 1.830 al separar-se del Regne dels Països Baixos. A començaments del 1.831, el Congrés Nacional dóna a Bèlgica una Constitució. El nou Estat belga és organitzat sota la forma d'una Monarquia Constitucional parlamen­tària.

Quan es va elaborar la Constitució, el Congrés va escollir la Monarquia, per una gran majoria, com a forma de Govern. Aquesta decisió va ser presa desprès d'un gran debat llarg i seriós.

Si es volen saber les raons d'aquesta elecció, s'ha d'invocar, en primer lloc, una tradició monàrquica ben arrelada a les nostres provìncies (pensem particularment en les monarquies espanyola u austríaca de les que vam dependre al segles XVI, XVII i XVIII). Una altra raó era el desig de tenir una forma de govern que portés l'estabilitat i la continuitat polítiques.

S'ha de fer també la preocupació del nou Estat independent per no contrariar les grans potències de l'època (Gran Bretanya, Prússia, Austria, Rússia, França) les quals, a excepció d'aquest darrer país, apreciaven poc la revolució de 1.830. Adoptar la república com a forma de govern hagués constituït una provocació.

Vam ser, doncs, dotats d'una Monarquia, però quina Monarquia? Una Monarquia constitucional.

Els constituents, els membres del Congrés, conservaven un mal record del règim holandés, jutjat per ells com autoritari. També es van esforçar per anular pràcticamet les possibilitats del poder personal del Rei. El que volien, segons els termes d'alguns d'ells, era una "Monarquia republicana" (Alphons Nothomb) o "un Rei constitucional amb institucions republicanes" (Charles Rogier). Com van aconseguir el seus objectius els constituents? Per la institució de la respon­sabilitat ministerial.

En virtud d'aquest principi, cap acte del Rei te efectes si no es recolzat per un ministre, el qual pren la responsabilitat. Per aquest fet, el Rei no és políticament responsable.

Tant si es tracte de la participació en el poder legislatiu (sanció de les lleis) com de l'exercici del poder executiu, només pot sortir efectes el concurs, l'acció conjunta del Rei i dels ministres.

Aquest mecanisme funcionava a l'època a Gran Bretanya i també a França durant la monarquia orleanista.

El recurs al començament de la responsabilitat ministerial té per objecte protegir a la nació contra l'arbitrarietat Reial. Però es tracta també de garantir al Rei i la continuïtat de la dinastia contra els perills de preses de posició arriscades, per a conformar a l'opinió pública d'un país "pluralista". Per exemple, la qüestió escolar o la legislació sobre l'avortament.

En aquest punt de la meva conferència desintjaria destacar l'evolució aconseguida des del 1.830 pels centres de decisió política. A començaments del regne de Bèlgica, el òrgans polítics emanaven dels 40.000 electors censataris (sobre una població de 4 millions i mig d'habitants), el seu dret de vot estava unit a la possessió de certes rendes. La qual cosa equival a dir que aquests electors eren al mateix temps els amos econòmics del país: el Rei apaReixia com el primer d'aquests notables.

Des d'aleshores, l'adopció del sufragi universal i les transfor­macions polítiques, econòmiques i socials van portar una evolució del poder en el marc de les institucions oficials i una extensió de la funció dels poders fàctics.

En el marc de les institucions oficials, el paper del Parlament ha disminuit en benefici de l'executiu. A l'interior de l'executiu, el paper del Rei s'ha debilitat en comparació al del primer ministre, i del Consell de Ministres.

Pel que respecta als poders fàctics, és la dominació dels partits sobre el conjunt del sistema polític: és la influència dels grups de pressió, no només les potencies financeres, predominants al segle XIX amb les forces ideològiques (l'Església, la francmasoneria), sinó els diversos interessos organitzats: el sindicats, la patronal, etc. ...

Que es pot deduir d'aquestes constatacions?

En un conjunt cada vegada més complexe, el paper de cadascú dels elements del poder de dret apareix a la vegada menys visible i menys determinant. Aixó s'aplica especialment a la funció Reial. El fet que en l'ordre polític exerceixi de manera discreta i sovint confidencial no ha de conduir-nos a negar la seva influència real a la vida pública belga.

Funció política i funció simbòlica

La Constitució espanyola defineix el paper del rei amb els següents termes: "El Rei és el símbol de la unitat i de la permanença de la nació, l'arbitre i el moderador de la vida política". Aquest texte defineix les dues cares de la funció reial, tal i com s'exerceix igualment a Bèlgica.

En l'aspecte polític l'acció del rei no es tradueix per la posada en marxa d'un poder propi o personal, sino per l'exercici del que s'ha anomenat "una altra magistratura d'influència". És per mitjà de l'opinió, la sugerència, la posada en guàrdia, l'advertència i l'estimul que el Rei exerceix una acció sobre els actors del joc polític. La seva perspectiva és la dels objectius a llarg plaç a on s'han de comprometre els països i l'Estat.

La perennitat de la seva funció i la continuïtat dinàstica l'animen a situar-se en aquesta perspectiva. Els seus interlocutors, al contrari, s'arriquen a limitar-se a curt plaç, a l'inmediat i al fet circunstancial.

Aquesta activitat del Rei es tredueix pel diàleg amb tots el que intervenen en la decisió política. Aixó posa en joc no solament al Parlament i al govern, sinó a "tot el que compte al país".


Importància i impacte d'aquesta acció política

Hi han moments que el paper del Rei, encara que quedi en principi cobert per la responsabilitat ministerial, s'afirma clarament i les seves opinions poden orientar l'evolució política de forma decisiva. Es tracta de la formació del govern i de la dissolució de les Cambres. Observem que fins en aquestes circunstàncies, la missió del Rei és la d'actuar en funció dels elements objectius de la situació i no fer prevaldre sobre aquests elements els seus drets personals.

En aquest ordre d'idees, no és qüestió de demanar al Rei que actui contra el sistema constitucional. No se li pot demanar que es faci l'interpret d'un suposat país real, que prengui posicions personals i s'opossi a les decisions d'un país legal. No és una solució exigir d'un dels elements del poder el posar-se fora de la regla constitu­cional sota el pretexte d'endereçar la situació deteriorada per altres.

El Rei, pot i deu en les seves conversacions amb els responsables polítics subratllar el que estima ser l'interès nacional, expressar les seves reserves en front dels projectes que li semblen inoportuns. Resumint, pot i deu posar en guàrdia. No pot anar més lluny. Actuar d'altre manera es fer un mal servei no solament al Rei mateix sinó a les causes que es defensen.

A la funció propiament política exercida pel Rei es poden afegir altres activitats del sobirà. Primer el comandament de les forces armades. Aquesta missió és definida expressament a la Constitució (art. 68): "El Rei comanda les forces de terra i mar ..."

En el transcurs de la nostra història contemporànea, aquest texte ha sigut controvertit. Per dir-ho en poques paraules es tractava se saber si el paper militar del Rei en temps de guerra estava o no sotmés a la responsabilitat ministerial. Aquesta qüestió s'ha superat pel fet que la quasi totalitat de les nostres forces armades depenen del comandament integrat de l'OTAN, observem que el paper del rei en l'aspecte militar conserva, malgrat aixó, la seva importància. L'acondicionament de les forces armades, la crida a les obligacions nacionals i internacionals de defensa, constitueixen un dels nostres principales deures.

El Rei mitjancer

El Rei juga quotidianament un paper de mitjancer, un paper anàleg al de l'"ombudsman" nòrdic. Gran quantitat de ciutadans s'adrecen a Ell per "obtenir justicia". El reclamant espera que l'autoritat moral del Rei podrà conmuore la indiferència burocràtica.

A part de la seva missió política, el Rei exerceix una funció simbòlica i representativa que depèn de la dimensió social de la monarquia. En aquest aspecte, el Rei representa i encarna no l'Estat, aparell de poder, sinó a la Nació o, si es prefereix, el país.

És en aquesta qualitat que es dirigeix a l'extranger per a efectuar visites de cortesia i d'amistat i per a portar la imatge insigne de Bèlgica. En aquesta ocasió l'aspecte representatiu i l'aspecte polític s'uneixen. També és com a representant de la nació que el Rei, assistit per la Reina, viatja per tot el país en determinades ocasions i per motius molt diversos. El fa per informar-se, per estimular i activar l'evolució social, econòmica i cultural. Ho fa també per demostrar no sols el seu interès personal sinó l'interès o el recolzament de tota la comunitat cap a les persones o realit­zacions que mereixen ser distingides i honorades. Aquestes activitats i gestos valoritzen als qui van adreçats. Fins els que no es troben especialment lligats a la monarquia o a la persona reial, les persones a les que se li fa l'honor son conscients que per aquest gest reial, és tot el país el que s'interesa per ells.

Evoquem en aquest propòsit l'aspecte afectiu de la qüestió. Tal i com ho hem dit al començament d'aquesta dissertació, la monarquia es situa en el marc legal i racional de la Constitució. Però ella mateixa comporta també un canvi afectiu i "carismàtic" segons paraules de Max Weber. Aquest aspecte carismàtic es deriva a la vegada dels orígens remots de la institució i també del seu caràcter mateix de continuïtat en la duració.

En aquesta conferència s'ha fet distinció entre l'aspecte polític i l'aspecte representatiu o simbòlic de la funció reial. Crec que aquesta distinció correspon a una realitat. Malgrat aixó no hauríem de separar aquests aspectes, ni oposar-los. En efecte, totes les activitats reials tenen o poden tenir una incidència política. En altres termes, el polític te prelació sobre l'aspecte social i l'aspecte simbòlic.

Una descripció més detallada de la funció reial deuria destacar el recolzament aportat al Rei, en l'exercici de la seva missió, primerament per la Reina, però també per altres membres de la Familia Reial especialment per la Reina Vidua. Se sap que la Reina segueix al rei en tot allò que es refereix al segon aspecte de la funció reial: l'aspecte simbòlic i carismàtic, tant a l'extranger com a l'interior del país. Més encara la Reina es dedica particularment a les obres de la infància.

Unitat de la Nació i regionalització

La Constitució espanyola afirma que "el rei és el símbol de la unitat i permanència de la Nació". A la meva dissertació he volgut esforçar-me per demostrar que el nostre sobirà asumeix igualment aquest paper, fins al punt que un bon nombre dels meus compatriotes es pregunten sobre les possibilitats de supervivència de Bèlgica en cas de desaparició de la Monarquia.

Malgrat això, després d'un o dos decenis, un nou fenomen polític ha aparegut tant a Espanya com a Bèlgica. Faig esment de la regionalit­zació. Pel que fa referència a Espanya, sabem que no hi ha incom­patibilitat entre la Monarquia i el sistema d'autonomies. El mateix passa a Bèlgica: fins a nova ordre, hi ha una voluntat de viure en comú entre flamencs, valons, bruselencs i belgues de llengua alemanya. Ja sabem, aquest "voler viure en comú" segons Renan el fonament mateix de la nació.

Però si sota la forma d'una regionalització o autonomia, els homes polítics preveuen la desparacició del poder central i, per tant, la dislocació del país, és cert la institució monàrquica partirà per això les conseqüències.

Possibilitats de supervivència del sistema monàrquic

Respecte a les formes de govern convé distinguir dues reaccions. La primera és doctrinària. És la de Maurras, per exemple, el qual erigeix en dogma la superioritat absoluta de la Monarquia. És també, a la inversa, l'actitud d'aquells que creuen que la república és, en si mateix, l'únic règim vàlid, encara que per raons de fet s'avinguin a una Monarquia. Aquesta posició és pràcticament la de tots els partits social-demòcrates a les Monarquies de l'Europa de l'Oest i del Nord.

L'altre reacció, que ens sembla més aceptable, depèn de l'empirisme i del pragmatisme. Considera l'elecció d'un règim o d'un govern com a qüestió d'oportunitat que depèn del temps, del lloc i de les circunstàncies.

Quina és en una determinada època, en un lloc determinat, la millor manera d'assegurar la conducta de tal país? Heus ací, doncs, en quin terme s'ha de fer la pregunta. Igualment, allà a on existeix una forma determinada de govern, el problema de saber si hauria que substituir-la per una altre depèn dún judici concret, tenint en compte les avantatges i els inconvenients dels dos sistemes i també d'una relació entre els avantatges del canvi i els perills de transtorns que poguin provocar.

Acabaré l'enunciat d'un fet que em sembla indiscutible.

L'Europa del Nord i de l'Oest compra amb un nombre gens despreciable de reialmes. Aquests figuren entre els Estats més democràtics, més prospers del planeta i a on els drets humans són els menys mal respectats. És, pot ser, una coincidència. En tot cas aquesta "coincidència" desmenteix el suposat anacronisme de la Monarquia.


--------

Els passats dies 19 a 23 de setembre de 1994, els Reis dels Belgues van realitzar una visita oficial al Regne d'Espanya, destacant especialment el seu viatge a Extremadura. Volem ressaltar algunes paraules de S.M. El Rei Albert II pronunciades durant la seva intervenció davant el Congrés dels Diputats a Madrid:

"Els interessos esencials dels països europeus son els mateixos. Després d'un segle marcat per la sang i les llàgrimes, hem sabut superar els antagonismes a Europa i ens hem organitzat de forma independent, encara que dintre d'organismes comuns. La vida política quotidiana de cadascú dels nostres paísos es troba profundament marcada per la Unió Europea; infleix a les decisions dels nostres governs; les deliberacions dels Parlaments i inclús la jurisprudèn­cia. es tracta dúna empresa difícil basada en el respecte a les particularitats dels nostres pobles i a la diversitat de les cultures que formen el nostre continent. Estats diferents per la seva història, cultura i nivell de desenvolupament cooperen en una unió estructurada, sense esperit de dominació i voluntat de hegemonia."


La Monarquia Belga

Dinastia: Saxonia-Coburg-Gotha

1830: Fundació del Regne de Bèlgica

Leopold I (1790-1865)
1831-1865
x Carlota de Gran Bretaña
x Luisa Mª de Orleans

Leopold II (1835-1909)
1865-1909
x Mª Enriqueta de Austria (+1902)
x Blanche Delacroix

Albert I (1875-1943)
1909-1934
x Isabel de Baviera

Leopold III (1901-1983)
1935-1951 (abdicació)
x Astrid de Suècia (+1935)
x Liliana Baels

Balduì I (1930-1993)
1951-1993
x Fabiola de Mora y Aragó

Albert II (1934)
1993-
x Paola Ruffo di Calabria

Príncep Hereu: Felip

VALÈNCIA I LA CORONA ESPANYOLA


per Francesc Xavier Montesa


Desprès de la descomposició política de l'antigua Unió Soviètica han sorgit amb força aires d'independentisme. El reconeixement, per exemple, de la independència de les repúbliques de Lituania, Estonia i Letònia per part de les autoritats soviètiques, de EE.UU. i de la CE han donat peu a que grups radicals comparin algunes nacionalitats històriques espanyoles amb els països bàltics, despreciant i falsejant la història lliurement.

La més mínima revisió de la història del nostre país és sificient per llençar per terra qualsevol tipus de semblança. Un dels nostres més destacats monarques Jaume I El Conqueridor, escrivia a la famosa Crònica del seu regnat "Nos feim la primera cosa per Déu, la segona per salvar Espanya, la terça que nós e vós haiam tan bon preu e tan gran nom que per nós e vós és salvada Espanya".

Si la conmemoració d'efemèrides té la seva importància en qualsevol societat, sigui aquesta antiga o nova, penseu en el Bicentenari de la Constitució desl EE.UU. o del Vè Centenari del descobriment, no podem passar per alt que la Familia Reial Espanyola és la més antiga d'Europa. Familia, que no Dinastia, que és cosa diferent. Si analitzem objectivament l'arbre genealogic de Sa Majestat El Rei podrem observar com Don Joan Carles descendeix directament de totes i cadascuna de les families reials de les antigues monarquies peninsulars. La història no es pot disfressar. Catalunya es va unir a Aragó perquè Ramon Berenguer IV, Comte Sobirà de Barcelona es va cassar amb l'hereva del regne veí. Un altre Rei d'Aragó i de València, es cassaria segles més tard amb la Reina de Castella, unint les dues corones sota una mateixa dinastia. Així, l'ansiada unió peininsular, que culminaria un segle més tard amb la incorporació de Portugal, es va realitzar pacificament, conservant cada reialme les seves pròpies lleis i institucions polítiques.

A la Guerra de Successió, els antics reialmes de València, Aragó, Mallorca i el Principat de Catalunya, van abraçar el bàndol perdedor, però aquesta no va ser una guerra de separació, sinó que l'antiga Corona d'Aragó va considerar amb millors drets a la Corona espanyola a l'Arxiduc Carles, que seria reconegut com Carles III, pensant que seguint la tradició austriacista, de caràcter neofederal, conservaria les lleis, privilegis i institucions que el regien.

Per acabar, el respecte de la Corona envers la diversitat d'Espanya, encara que una portada de diari suposament monàrquic volgui enlairar en dogma de fé, el que no és més que l'obsessió del seu director, queda ben clar en les paraules de S.A.R. El Príncep de Girona a la seva visita oficial a l'Ajuntament de Cervera, ciutat de la que és Comte, el 23 d'abril de 1.990: "No sols no heu de renunciar a les vostres peculiaritats, a aquesta nacionalitat que tant estimeu i que estimen tots, sinó que també entre tots hem de enfortim-la."

(Publicado en Monarquía Europea N° 10 - 1994 - Edició en valencià)

L'EXILI DELS SAVOIA

UNA QUESTIÓ DE DRETS HUMANS

per Amadeo-Martín Rey y Cabieses

Eel 24 i 25 de setembre de 1994, la preciosa ciutat de Ginebra va acollir a l'Hotel des Bergues a molts monàrquics italians que, al voltant de S.A.R. Víctor Manuel de Savoia, príncep de Nàpols, varen celebrar el dia de Sant Maurici. Representant allà a l'Associa­ció Monàrquica Europea vaig poder contemplar com l'hereu dels drets dinàstics, el príncep de Venècia, repartia les insignies de cavallers de les ordres de Sant Maurici i Sant Llàtzer i del Mèrit Civil de Savoia.

Cada any, el darrer diumenge de setembre reuneix a l?abadia de Sant Maurici d'Agauno el solemne capítol de la quatre vegades centenària "Ordine dei Santi Maurizio e Lazzaro" de la qual és XVII Gran Mestre el Cap de la Reial Casa de Savoia. Excecionalment, fa tres anys es va reunir a Estoril (Portugal), durant el mes de juny, en record del rei Humbert II que visquè el seus exili a la mateixa població que Don Joan de Borbó.

En aquesta ocasió, la nau de l'església abacial relluia amb el moaré vermell dels hàbits maricians, mentre escoltàvem els càntics en sard que, recordant l'origen de la Casa, pregaven: "Curservet Deus su Reu/ Salvet su regnu Sardu/ E gloria a s'istendardu/ Cuncedat de su Rei!", posant a les mans de la Providència el destí dels Savoia. Onsevulga s'escoltava la melódica entonació de l'acent italià, pero sobretot el palpava l'amor a les tradicions monàrquiques de la pàtria. En el fons dels cors, només romania un caliu de tristor: la que té el seu origen en l'arbitrària norma transitòria XIII de la Constitució, que prohibeix en el seu primer paràgraf que els descendents barons del darrer rei puguin trepitjar la venerada terra dels seus avantpassats, ("l'ingresso e il soggiorno sul territorio nazionali"). En el segon declara confiscats els béns de la Familia Reial, i en el tercer estipula que els descendents d'aquesta família no poden ocupar càrrecs polítics. Mentre les fronteres europees s'obren, les d'Italia segueixen injustament tancadas per a aquests prínceps.

Tanmateix, nous i esperançats vents han començar a solcar els cels de la península itàlica. Des que, el 1.981 el lliberal Aldo Bozzi i el republicà Oscar Mammi varen presentar la seva proposta de llei d'abolició, s'escolten cada vegada més les veus dels qui com el senador i tot seguit Ministre de Defensa, cesare Previti, clamen per la derogació d'aquella norma transitòria i de l'article 139 de la Constitució de 1.947, que sacralitza el règim republicà a Itàlia, ambo poc d'èxit, de moment. Desprès de les darreres eleccions, Alleanza Nazionale va retirar la proposta de derogació per "politica­ment inoportuna". Tant la seva llista com la de Forza Italia, havien presentat candidats monàrquics. Per la seva part, quean el senador Francesco Speroni va ésser nomenat Ministre per a les Reformes Institucionals, va voler recordar que tot pot canviar-se a la Constitució, excepte la forma institucional republicana.

El 7 d'agost de 1.993, durant les exèquies del rei Balduí des belges, es va produir per primera vegada el fet històric que un president de la República Italiana, Oscar Luigi Scalfaro, donés la mà a un Cap de la Reial Casa d'Italia. Aquest, el príncep Víctor Manuel, duc de Savoia, segueix tenint molt clar el seu desig de retorn, sostenint que: "Si el país, les circumstàncies, la voluntat popular revelessin que és necessita una restauració, una onarquia constitucional, estaré disposat a asumir aquesta responsabilitat ..." El seu fill únic tampoc no té dubtes que un rei, al situar-se per damunt de les lluites de partit, és una persona al voltant de la qual tots es poden reunir.

Des de ñ'exili, els membres de la Familia Reial procuren mantenir viva la flama "sabauda", amb la confiança que el seu país els pot demanar, tard o d'ahora, que sostinguin les regnes de la restauració d'una democràcia coronada a Itàlia.

L'anciana reina Maria Josep, apassionada per la història - va escruire - per exemple, una biografia del príncep Manuel Filibert de Savoia -, i conscient que forma part d'ella, ha consagrat part de la seva vida a l'estudi de la dinastia del seu difunt marit Humbert II, el "rei de Maig". La seva filla Maria Gabriela es dedica a presidir la Fundació Humbert II i Maria Josep de Savoia -amb seu a Chavannes, cantó de Vaud-, que procura la conservació de tots als documents, llibres i gravats sobre la seva família, que el seu pare va anar arreplegant durant trenta-set anys. El rei Joan Carles I ha par­ticipat també en aquesta Fundació. La princesa Maria Pia reparteix el seu temps entre les rodalies de París i Florida. Maria Beatriu, viu a Cuernavaca, Mèxic, prop de la seva mare, que es va estimar més romandre allà per causa de la seva edat i salut. El mateix Amadeu de Savoia, duc d'Aosta, que té la fortuna de viure a la Toscana, clama per la injustícia a l'exili del seu cosí, a més d'estar convençut del trucatge del referèndum que va portar la república a Itàlia. Victor Manuel, a la fi, ja sigui des de Ginebra o des de l'illa corsa de Cavallo, tocant a la seva amada Sardenya, segeuix aquí per a recordar que les seves temples romanen disposadas a cenyir la corona italiana, quan el seu poble li ho demani.

Per molt que el referéndum de 2 de juny de 1.946 consagrés la victòria de la república, no es pot oblidar que Itàlia va subscriure en el seu dia la Carta de las Nacions Unides sobre els Drets de l'Home, així com d'altres pactes internacionals sobre drets humans. Així i tot, semblen paper mollat quan es tracta d'aplicarles en un cas tan enutjós com el que afecta a SS.AA.RR. els prínceps Víctor Manuel i Manuel Filibert de Savoia. El propi Humbert II reclamava justícia amb aquesta contundència (hi conservo el bell itàlia original): "Le norme constituzionali che bandiscono l'esilio per la mia famiglia violano la Carta delle Nazioni Unite sui diritti dell'uomo, colpiscono bambini e nascituri, rappresentano una sorta di condanna eterna senza che ci sia stato regolare processo. Non si vede il motivo per cui i Savoia non possono vivere in Italia mentre i descendenti dei sovrani francesi, portoghesi, tedeschi, risiedono rispettivamente nelle repuubbliche di origine. L'esilio è prerogativa liberticida degli Stati totalitari."

Quan al sopar de gala del 24 de setembre vaig expressar al príncep de Venècia el meu desig d'una presta tornada a Itàlia del seu pare i d'ell mateix, em va contestar, amb la mirada perduda: "Si pronto, pronto ..." Que es cumpleixi.
(Publicado en Monarquía Europea N° 10 - 1994 - edició en valencià)