Brasil '93: REGRESO AL FUTURO
[archivo - 1991]
Nota: Evidentemente no se optó por el futuro. El referéndum fue saboteado por las fuerzas republicanas al adelantarlo seis meses y celebrarlo en pleno verano, con ello se infrigió un precepto constitucional.
Queda apenas año y medio para que el pueblo brasileño pueda, por fin, decidir libremente si desea restaurar la Monarquía o seguir con la república, instaurada en 1889 mediante un golpe militar propugnado por los terratenientes contrarios a la abolición de la esclavitud y apoyados por los EE.UU. de América, entonces en pleno apogeo hegemonista. Con la abolición de la Monarquía terminó un período de progreso marcado por los avances en el desarrollo tecnológico y democrático del país gracias al feliz reinado del Emperador Don Pedro II, amado por su pueblo, un monarca excepcional que supo elevar el prestigio de su país en el mundo. La república, conociendo el sentir general del pueblo, nunca cumplió la promesa de celebrar un referéndum sobre la forma de estado: sabía que tenía que perder. Y la Monarquía tampoco interesaba a EE.UU., que preferían mantener en el poder a un régimen dictatorial servil que a un Emperador democrático y popular.
Hasta el golpe militar del 15 de noviembre de 1889, Brasil venía atravesando 67 años de estabilidad, superando graves obstáculos. Era un fuerte contraste con todas las repúblicas hispanoamericanas, donde regímenes republicanos "democráticos"
ensayaban una sucesión interminable de caudillos y revoluciones, un cuadro hasta hoy vigente y ampliada con la entrada de Brasil en esta malograda forma de gobierno.
Es sintomático que, al saber de la partida de Don Pedro II, el dictador venezolano Guzmán Blanco había afirmado: Cayó la única república de América Latina".
En un entorno totalmente diferente, Brasil superó gallardamente el período marcado por la minoría de edad de Don Pedro II. Subido al trono con menos de 16 años de edad, el segundo monarca del Brasil comenzó a ejercer el poder moderador cuando era poco más que un adolescente; pero la solidez del régimen monárquico parlamentario permitió que el inicio de su reinado transcurriese sin mayores problemas. Vale recordar que durante el Segundo Reinado, con la Guerra del Paraguay, Brasil atravesaría más tarde uno de los períodos más difíciles de su historia.
Durante el reinado de Don Pedro II, Brasil era una nación próspera y progresista, que contaba con una moneda fuerte y la segunda fuerza naval más importante del mundo. Su estabilidad político-institucional era respetada por todas las naciones de América, desde los EE.UU. hasta Argentina. Disfrutaba el país de una auténtica democracia, donde, entre otras cosas, reinaba completa libertad de expresión y de imprenta. Es hasta una ironía constatar que fue justamente en este clima ampliamente apoyado por el propio Emperador, que eran ampliamente diseminadas las ideas republicanas que desembocarían en el golpe militar del 15 de noviembre de 1889.
En este país-continente, la Monarquía constitucional y parlamentaria consiguió el milagro de formar una única nación, coherente, con una absoluta identidad de rasgos culturales. El segundo Emperador inspiraba el cariño y la admiración de todos: cuando sugerían al presidente estadounidense Abraham Lincoln que escogiese entre el Rey de Italia o el Presidente de Suiza para mediar en le Guerra Civil Americana, Lincoln declaró que, si fuese el caso, preferiría llamar al Señor Don Pedro II de Brasil.
El golpe militar del 15 de noviembre de 1889 impuso al país una nueva forma de gobierno sin cualquier consulta a la nación.
En noviembre de 1889, el Mariscal Deodoro da Fonseca, en su Decreto nº 1, declaró provisionalmente instituida la república, hasta la celebración de un plebiscito por el cual el propio pueblo determinaría si aceptaba la nueva forma de gobierno o si prefería mantener la Monarquía constitucional que venía rigiendo los destinos del país desde la Independencia.
Vale, quizás, recordar aquí que la noticia de la "Proclamación de la República" fue cuidadosamente camuflada para así evitar reacciones populares. Es significativo que el embarque de Don Pedro II para su exilio fue realizado de madrugada, para que el pueblo no tomara conocimiento: era, en suma, la admisión tácita de que se acababa de practicar una inmoralidad, una agresión a los legítimos derechos y sentimientos del pueblo brasileño.
Gracias al trabajo desarrollado del Diputado Federal Cunha Bueno y de un grupo de otros brasileños que no consideran el patriotismo una virtud extinguida, la nueva Constitución brasileña prevé, en la Disposiciones Transitorias, el plebiscito que tendrá lugar el 7 de septiembre de 1993 a fin de que el pueblo brasileño decida por sí mismo la opción que juzgue es la mejor forma de gobierno para su país: si desea realmente proclamar la república, legitimándola, aunque con 104 años de retraso, o si prefiere escoger la Monarquía constitucional y parlamentaria.
Para alcanzar la victoria en 1993, es imperioso que todos los monárquicos unamos esfuerzos para el fin común: divulgar con profesionalidad y conocimiento de causa lo que representa la Monarquía y lo mucho que Brasil puede esperar de esa moderna y eficiente forma de gobierno.
Movimento Parlamentarista Monárquico
Queda apenas año y medio para que el pueblo brasileño pueda, por fin, decidir libremente si desea restaurar la Monarquía o seguir con la república, instaurada en 1889 mediante un golpe militar propugnado por los terratenientes contrarios a la abolición de la esclavitud y apoyados por los EE.UU. de América, entonces en pleno apogeo hegemonista. Con la abolición de la Monarquía terminó un período de progreso marcado por los avances en el desarrollo tecnológico y democrático del país gracias al feliz reinado del Emperador Don Pedro II, amado por su pueblo, un monarca excepcional que supo elevar el prestigio de su país en el mundo. La república, conociendo el sentir general del pueblo, nunca cumplió la promesa de celebrar un referéndum sobre la forma de estado: sabía que tenía que perder. Y la Monarquía tampoco interesaba a EE.UU., que preferían mantener en el poder a un régimen dictatorial servil que a un Emperador democrático y popular.
Hasta el golpe militar del 15 de noviembre de 1889, Brasil venía atravesando 67 años de estabilidad, superando graves obstáculos. Era un fuerte contraste con todas las repúblicas hispanoamericanas, donde regímenes republicanos "democráticos"
ensayaban una sucesión interminable de caudillos y revoluciones, un cuadro hasta hoy vigente y ampliada con la entrada de Brasil en esta malograda forma de gobierno.
Es sintomático que, al saber de la partida de Don Pedro II, el dictador venezolano Guzmán Blanco había afirmado: Cayó la única república de América Latina".
En un entorno totalmente diferente, Brasil superó gallardamente el período marcado por la minoría de edad de Don Pedro II. Subido al trono con menos de 16 años de edad, el segundo monarca del Brasil comenzó a ejercer el poder moderador cuando era poco más que un adolescente; pero la solidez del régimen monárquico parlamentario permitió que el inicio de su reinado transcurriese sin mayores problemas. Vale recordar que durante el Segundo Reinado, con la Guerra del Paraguay, Brasil atravesaría más tarde uno de los períodos más difíciles de su historia.
Durante el reinado de Don Pedro II, Brasil era una nación próspera y progresista, que contaba con una moneda fuerte y la segunda fuerza naval más importante del mundo. Su estabilidad político-institucional era respetada por todas las naciones de América, desde los EE.UU. hasta Argentina. Disfrutaba el país de una auténtica democracia, donde, entre otras cosas, reinaba completa libertad de expresión y de imprenta. Es hasta una ironía constatar que fue justamente en este clima ampliamente apoyado por el propio Emperador, que eran ampliamente diseminadas las ideas republicanas que desembocarían en el golpe militar del 15 de noviembre de 1889.
En este país-continente, la Monarquía constitucional y parlamentaria consiguió el milagro de formar una única nación, coherente, con una absoluta identidad de rasgos culturales. El segundo Emperador inspiraba el cariño y la admiración de todos: cuando sugerían al presidente estadounidense Abraham Lincoln que escogiese entre el Rey de Italia o el Presidente de Suiza para mediar en le Guerra Civil Americana, Lincoln declaró que, si fuese el caso, preferiría llamar al Señor Don Pedro II de Brasil.
El golpe militar del 15 de noviembre de 1889 impuso al país una nueva forma de gobierno sin cualquier consulta a la nación.
En noviembre de 1889, el Mariscal Deodoro da Fonseca, en su Decreto nº 1, declaró provisionalmente instituida la república, hasta la celebración de un plebiscito por el cual el propio pueblo determinaría si aceptaba la nueva forma de gobierno o si prefería mantener la Monarquía constitucional que venía rigiendo los destinos del país desde la Independencia.
Vale, quizás, recordar aquí que la noticia de la "Proclamación de la República" fue cuidadosamente camuflada para así evitar reacciones populares. Es significativo que el embarque de Don Pedro II para su exilio fue realizado de madrugada, para que el pueblo no tomara conocimiento: era, en suma, la admisión tácita de que se acababa de practicar una inmoralidad, una agresión a los legítimos derechos y sentimientos del pueblo brasileño.
Gracias al trabajo desarrollado del Diputado Federal Cunha Bueno y de un grupo de otros brasileños que no consideran el patriotismo una virtud extinguida, la nueva Constitución brasileña prevé, en la Disposiciones Transitorias, el plebiscito que tendrá lugar el 7 de septiembre de 1993 a fin de que el pueblo brasileño decida por sí mismo la opción que juzgue es la mejor forma de gobierno para su país: si desea realmente proclamar la república, legitimándola, aunque con 104 años de retraso, o si prefiere escoger la Monarquía constitucional y parlamentaria.
Para alcanzar la victoria en 1993, es imperioso que todos los monárquicos unamos esfuerzos para el fin común: divulgar con profesionalidad y conocimiento de causa lo que representa la Monarquía y lo mucho que Brasil puede esperar de esa moderna y eficiente forma de gobierno.
Movimento Parlamentarista Monárquico
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