Blogia
Monarquía Europea

Dossier: La Monarquía de Suecia

Este dossier se publicó en julio de 1992 en Monarquía Europea y se compone de tres artículos: Una pequeña introducción de nuestro amigo Anders Lundeval, de la Asociación Monárquica de Suecia, quien en su día nos envío un amplio material fotográfico por el que le estamos muy agradecidos; de otro sobre la Monarquía sueca en general del secretario general de la AME, Francesc Xavier Montesa, así como de un artículo de S.A.I.R. Don Otto de Habsburgo, publicado en aquella fecha en Paneuropa Intern y traducido para nuestra revista al español, que daba una visión de la nueva Suecia tras la derrota de los socialistas, que habían gobernado demasiado tiempo en aquel reino escandinavo. El album de la Familia Real contiene fotografías de aquella fecha.






Vuelve la esencia de la Monarquía
por Anders Lundeval Rojalistika Foreningen

El Reino de Suecia largo tiempo era un fuerte bastión del socialismo y republicanismo. La Monarquía se encontraba en grave peligro de ser abolida. Según un artículo en la revista Rojalisten de la Asociación Monárquica de Suecia, basado en un artículo de Göran Albinsson Bruhner publicado en el Svenska Dagbladet, en la década de los 50 la abolición de las prerrogativas regias más importantes fue consecuencia de que el Partido Conservador faltó a sus tradiciones monárquicas apoyando la nueva Constitución.

Actualmente, en Suecia el jefe del gobierno no es nombrado por el Rey, sino por el presidente del parlamento, lo que en ciertas ocasiones puede llevar a debates penosos al pertenecer éste a un partido político.

La revolución sueca de 1970, sin pérdida de sangre, no fue gloriosa. Hoy se considera que no fue más que un error al acabar con antiguas tradiciones.

En las elecciones al parlamento celebradas en septiembre de 1991, el gobierno socialdemócrata perdió y el presidente del parlamento tuvo que buscar un nuevo jefe de gobierno, pero como resultado de las elecciones, en la primera reunión se eligió presidente a Ingegerd Troedsson del Partido Conservador, quien nombró a Carl Bildt nuevo jefe de gobierno.

Se presentaron enmiendas para nombrar una comisión que revise la Constitución sueca de 1974. Esta comisión puede revisar también la posición del Rey y proponer que se le devuelvan sus prerrogativas más importantes, como por ejemplo la de nombrar al jefe del gobierno.

Los partidarios de la república cuentan con muy pocos seguidores en Suecia. SS.MM. los Reyes Carlos XVI Gustavo y Silvia y sus hijos son muy populares en todo el Reino. Suecia vuelve a la normalidad y sus tradiciones, como el río revuelto a su cauce.

 

 

La Monarquía Sueca

por Francesc Xavier Montesa i Manzano
Si ha habido una época en la que el poder real en Suecia estaba firmemente establecido, fue en la llamada "era gustaviana", de 1771 a 1809. El fuerte compromiso de Gustavo III y de Gustavo IV Adolfo contra la Revolución Francesa y contra las ideas que la inspiraron sobre la división de poderes, el constitucionalismo y la democracia, llevó a los dos reyes a un agudo enfrentamiento con gran parte de los nobles y de los funcionarios en Suecia. Ello condujo al asesinato de Gustavo III en 1792, perpetrado por un grupo de nobles fanáticos adversarios de la autocracia real que aquél había instaurado. La derrota sufrida en la guerra contra Rusia en 1808 y 1809, con ocasión de la cual Suecia perió Finlandia, desembocó en un golpe de estado a raíz del cual fue depuesto Gustavo IV Adolfo, aprobándose una nueva constitución.

Después del golpe de estado de 1809 fue elegido Rey el Duque Carlos, tío del Monarca depuesto, con el nombre de Carlos XIII. Como este era ya de edad avanzada y carecía de hijos, hubo que elegir también un sucesor al trono. Primero se eligió como heredero al príncipe danés Carlos Augusto, pero al morir este al poco tiemo de llegar a Suecia, se eligió en el verano de 1810 al mariscal francés Juan Bautista Bernadotte, quien adoptó el nombre de Carlos Juan. Uno de los motivos de su elección fue el deseo de adhesión al bando de Francia y Napoleón, con la esperanza de recuperar Finlandia con su ayuda. Sin embargo, al convertirse Carlos Juan en regente del país depués de su llegada a Suecia como heredero al trono, cambió de línea en 1812 y se adhirió a la coalición contra Napoleón, ganando Noruega a los daneses en la paz de Kiel y obligando a ese país a formar una unión con Suecia en 1814, al término de una breve campaña. Dicha unión no fue disuelta hasta 1905. Derecha: El Rey Carlos XIV Juan a caballo. Izquierda: Princesa Josefina con Carlos (XV), Gustavo con bandera de la Unión y Óscar (II) y Hedwiga Eleonora 1829.

A pesar del fortalecimiento de la posición de los ministros establecidos por la reforma ministerial de 1840, por la cual aquellos se convirtieron en losm jefes de sus respectivos ministerios, durante el reinado de Óscar I (1844-1859), ejercieron principalmente como fincionarios del Rey, nombrados personalmente por él y dependientes políticamente de él. Derecha: Óscar I.

La situación cambió en la época de Carlos XV (1859-1872). El Consejo actuó como una unidad ya desde los primeros años de su reinado, jugando un papel decisivo en la política sueca en varias ocasiones. Ese fue el caso, por ejemplo, en la cuestión clave para el país de su relación con Noruega, de 1858 a 1860; en su toma de postura a favor de Dinamarca en la guerra con Alemania, en 1864, así como en lo referente a la reforma del sistema de representación, en 1866. Izquierda: Carlos XV (1826-1872).

Óscar II (1872-1907), por el contrario, intentó dirigir la evolución durante su reinado de una forma más activa que su hermano y predecesor. Por iniciativa propia, tomó contacto con las distintas personalidades políticas a las que trató de influir a través de conversaciones personales. También intentó valer la opinión del Rey frente al Consejo.

Sin embargo, no tuvo gran éxito en esos intentos de defender el poder personal del Rey, debido principalmente a que el parlamento, después del cambio del sistema de representación en 1866, que implicó la abolición del antiguo Parlamento de los Cuatro Estamentos y la instauración del de dos cámaras, se convirtiera en un órgano de poder cada vez mayor que apoyó al Consejo frente al Monarca.

El Rey Óscar II se resignó, al final, en la lucha por el poder personal del Monarca, si bien el combate definitivo tuvo lugar durante el reinado de su sucesor, Gustavo V. Al subir al trono en 1907, Gustavo V se negó a ser coronado, siendo con ello el primer Rey sueco que ocupaba el trono en esas condiciones. Los primeros diez años de su Reinado se caracterizaron por los intentos de Gustavo V de defender el poder personal. El conflicto culminó en 1914 con el llamado "Discurso del Patio de Palacio".

La disputa se refería en concreto a la cuestión de la defensa nacional, ya que el Rey exigía decisiones inmediatas para reforzarla, mientras que el gobierno liberal, que había llegado al poder debido, entre otras cosas, a sus promesas de desarme, quería ir avanzando paso a paso solamente.

Con objeto de apoyar la postura del Rey en esa cuestión, se organizó en febrero de 1914 la "Marcha de los Agricultores", acudiendo al Palacio Real de Estocolmo más de 30.000 agricultores de todo el país.

Gustavo V defendió el poder del Rey con energía y habilidad ante los agricultores en el patio del Palacio Real, pero esa lucha estaba condenada al fracaso. El Monarca había mostrado una clarividencia mayor que la de los dirigentes políticos en lo referente a la situación en el resto de Europa. En junio de 1914 sonaron los disparos en Sarajevo. En agosto estalló la Primera Guerra Mundial. En Suecia se produjo entonces la movilización general bajo el signo de la unidad. Sin embargo, el poder personal del Rey había pasado a la historia. A pesar de su derrota en la lucha por el poder personal del Rey, Gustavo V consiguió ganarse el afecto del pueblo durante su largo Reinado (1907-1950). Durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en una especie de símbolo unificador. La Monarquía había conseguido, así, arraigar en la popularidad personal del Rey.

Durante su Reinado (1950-1973), Gustavo VI Adolfo siguió estrictamente las reglas establecidas para la Monarquía Constitucional. De esta forma, con sus cualidades personales, continuó aquella evolución y contribuyó quizás más que ningún otro Monarca a crear un tipo nuevo de Monarquía: la Monarquía Parlamentaria. Izquierda: Princesa Margarita (1882-1920), esposa de Gustavo VI Adolfo.

La gran aportación de Gustavo VI Adolfo a la historia de Suecia fue el saber transformar durante su Reinado al ritmo y estilo de la sociedad sueca actual, sentando con ello las premisas para que Suecia siguiera siendo una Monarquía con la Dinastía de los Bernadotte en el trono. Izquierda: SS.MM. los Reyes Gustavo VI Adolfo y Luisa de Suecia. Derecha: Princesa Margareta (1882-1920) primera esposa de Gustavo VI Adolfo.

Al subir al trono Carlos XVI Gustavo en 1973, aún no había sido aprobada definitivamente por el parlamento la nueva constitución. Por ello, las funciones y los deberes del nuevo Monarca siguieron siendo, durante los primeros años de su Reinado, los que establecía la Constitución de 1809. Formalmente, las funciones del Rey y su papel en la sociedad cambiaron sólo al entrar en vigor la nueva Constitución el uno de enero de 1975, pero en realidad, como Monarca, Carlos XVI Gustavo siguió ya desde el primer día la misma política que su presdecesor y su abuelo, dejando que las exigencias de los tiempos imprimieran el carácter de la forma de ejercer su cargo.

Las normas relativas a las funciones del Rey, contenidas en la Constitución de 1809, comenzaban con las palabras: "El Rey gobernará solo el Reino", y ese derecho suyo quedaba limitado únicamente por la obligación de consultar para ello al Consejo nombrado por él mismo.

La nueva Constitución comienza con las palabras: "Todo poder público en Suecia emana del pueblo", y de acuerdo con ello pone todo el poder político en manos el parlamento y del gobierno. Así, según la nueva constituición, las funciones del Rey son más bien de carácter representativo y ceremonial. Por encargo del gobierno recibe a otros jefes de estado y realiza viajes oficiales al extranjero. Las visitas oficiales tienen gran importancia para el fortalecimiento de las relaciones oficiales con otros países y para el fomento de los intercambios comerciales.

El Rey disfruta de inmunidad, es decir, que está libre de todo proceso por los actos que cometa, si bien uno puede hacer valer sus derechos civiles frente al Rey ante un tribunal. El Rey tiene que hacer la declaración de la renta sobre los ingresos y el patrimonio privado y pagar los impuestos correspondientes, como cualquier otro ciudadano sueco.

Según la Ley de Sucesión, que reemplazó en 1980 a la de 1810, el orden de sucesión a la Corona Sueca es completamente cognaticio en el sentido de que el heredero al trono debe ser primogénito de la pareja real, independientemente del sexo. Por consiguiente, la Princesa Victoria, nacida el 14 de julio de 1977, es la heredera del trono de Suecia.

Con el advenimiento del nuevo Monarca en 1973, Suecia pasó a tener un Rey que era dos generaciones más joven que su predecesor. Carlos XVI Gustavo, el Monarca más joven de la dinastía Bernadotte, tenía entonces la edad de 27 años, y al subir al trono el 19 de septiembre de aquel ño adoptó el lema: "Por Suecia - En el tiempo". En un discurso dirigido al gobierno, al parlamento y al pueblo de Suecia, que pronunció en la Sala Nacional del Palacio Real de Estocolmo, manifestó que con ese lema deseaba dar expresión a su ambición de cumplir los requisitos que se exigen de un Monarca moderno. El deseaba también que su lema fuera interpretado como una apelación a la comprensión y al desarrollo para el bien de Suecia.

Carlos XVI Gustavo contrajo matrimonio en 1976 con Silvia Sommerlath, quien se convirtió así en la Reina de Suecia. La Reina nació en Heidelberg (Alemania) el 23 de diciembre de 1943.

La pareja real tiene tres hijos: Victoria Ingrid Alicia Desideria, nacida el 14 de julio de 1977; Carlos Felipe Edmundo Bertil, nacido el 13 de mayo de 1979; y Magdalena Teresa Amelia Josefina, nacida el 10 de junio de 1982.


CRONOLOGÍA REAL EN SUECIA

993-1060: Primera Dinastía de los Yngling
1160-1130: Dinastía de los Stenquil
1134-1250: Dinastías de los Blondel y Suerquer
1250-1363: Dinastía de los Folcung
1363-1523: Reyes de diversas Casas
1523-1654: Dinastía de los Wasa

Gustavo Wasa, Rey de Suecia
---

1654-1720: Dinastía Palatinado-Dos Puentes
1654-1660: Carlos X Gustavo
1660-1697: Carlos XI
1697-1718: Carlos XII
1719-1720: Ultica Elonora (+1741)
1720-1751: Federico de Hesse-Cassel

1751-1818: Dinastía Holstein-Gottorp
1751-1771: Adolfo Federico
1771-1792: Gustavo III
1792-1809: Gustavo IV Adolfo (+1837)
1809-1818: Carlos XIII

Desde 1818: Dinastía Bernadotte


1818-1844: Carlos XIV Juan
---


1844-1859: Óscar I
---

1859-1872: Carlos XV
---

1872-1907: Óscar II
---


1907-1950: Gustavo V
---


1950-1972: Gustavo VI Adolfo
---


desde 1973: Carlos XVI Gustavo
---


 

 

La nueva Suecia

por Otto de Habsburgo Diputado del Parlamento Europeo
Desde hace décadas, Suecia, con su gobierno socialista, era la Meca para todas las fuerzas de izquierdas y, naturalmente, - como si no - también para los países del llamado Tercer Mundo. En los días de Olof Palme y de su sucesor, Ingvar Carlsson, no había ningún otro político socialista o comunista mejor conocido que no haya peregrinado a Estocolmo para estudiar el camino sueco de un "Socialismo con cara humana.

A ello se añadía la acción política. En Estocolmo no existían sólo asociaciones, fundaciones e instituciones, que con sus estudios y sus consejos políticos propagaran el pensamiento de los Regis Debray, Julius Nyerere, Kenneth Kaúnda, Daniel Ortega y Boff. No de menos importancia eran los congresos, de los que resultaron organizaciones internacionales como el Consejo Mundial de la Paz. La opinión del gobierno de que no había "ningún enemigo a la izquierda" permitía a las organizaciones comunistas de camuflaje que se desarrollaran hermosamente. Cuando la influencia de Moscú era demasiado evidente, siempre existía la posibilidad de un traslado a Praga.

En el interior del país se había creado una hegemonía de partido que bien mantenía formalmente la democracia, pero que en la práctica iba reduciendo paso a paso el espacio libre de las fuerzas no sujetas al poder. Se había llegado ya tan lejos que la oposición se encontrara sin hombres no representando ya ninguna verdadera alternativa.

En los últimos años se produjo una transformación significante en la oposición. Los cristiano-demócratas, que fracasaron hasta ahora, con una excepción, en la cláusula del 4%, recibieron una gran afluencia, sobre todo por parte de la juventud. El conservador Partido Moderata eligió a Carl Bildt como el presidente más joven de su historia. También por primera vez hubo una verdadera reconciliación entre conservadores y liberales y un programa conjunto. A la par con el descontento generalizado que se profundizó incluso en el grupo social de los obreros, esta situación llevó al resultado de las elecciones de septiembre de 1991, que dio la mayoría a los partidos burgueses liderados por Carl Bildt.

Desde la formación del gobierno mucho ha cambiado en Suecia. El ambiente es optimista. Se crean numerosas empresas, sobre todo medianas. Generalmente se espera ahora que la mayoría de centro-derecha cambiará realmente al país, con lo que comenzará una nueva era. Se bajan los impuestos, se reducen los gastos, y muchas de las vacas sagradas son sacrificadas. La política europea, que antes se llevaba con muchas reticencia, recibe ahora impulsos tan fuertes por parte del enérgico ministro Dinkelspiel que la incorporación a la Comunidad Europea es sólo una cuestión de pocos años.

Signos visibles a distancia del nuevo rumbo se marcan también en la política exterior y de desarrollo, especialmente por la ministra de asuntos exteriores, Af Ugglas, que pertenece a la directiva de la Unión Paneuropea de Suecia. Estos se hicieron patentes ya a pocas semanas después del cambio. Los visitantes en el ministerio de asuntos exteriores no eran, como hasta ahora, supuestos luchadores por la liberación contra el colonialismo de Africa, funcionarios del Vietcong de Vietnam o miembros del gobierno comunista serbio de Belgrado, sino verdaderos demócratas de Hungría, de las repúblicas bálticas, de Checoslovaquia y no por último de Eslovenia y Croacia, aunque la condición de Estado en este momento no había sido reconocida aún por parte de la comunidad internacional. Para hombres que hasta hace poco estaban encarcelados y que en las cancillerías occidentales se les volvió muchas veces la espalda, ha sido una vivencia grandiosa y alentadora.

Pero Estocolmo no se limitó a gestos diplomáticos. También en la política sopla un viento fresco, como ha demostrado un reciente acontecimiento.

Uno de los santos del altar de la ONU y de la consciencia mundial es el presidente de Namibia, Sam Nuyoma. Olvidados están sus antiguos delitos, los crímenes en campos de concentración de la SWAPO, los muchos actos de terrorismo realizados por sus correligionarios.

Resulta que recientemente el presidente Nuyoma se comprara por cuenta del Estado un avión por valor de 29 millones de dólares. La reacción de Suecia era que se alegrarían de que Namibia dispone ahora de suficientes reservas de divisas. Por tanto se podría suprimir las ayudas de desarrollo suecas para esta país. Hubo desesperadas protestas, pero sin resultado.

Este proceso verdaderamente único puede ser muy útil a Europa si los miembros de la CE siguieran el ejemplo de Estocolmo. Se debería comprender por fin que las ayudas de desarrollo son financiadas con los impuestos, el trabajo y los sacrificios de los ciudadanos. El dinero no les pertenece a las burocracias. Por ello debe ser gastado moderada y responsablemente. Publicado en Monarquía Europea Nº 5/6 - Año II - Julio/Diciembre 1992

0 comentarios